Una historia del conflicto familiar: Palabras de Carlos, 12 años

una marca del divorcio en la infanciaYo de pequeño era un niño normal y corriente, con una familia. Mi padre, mi madre y mis 2 hermanos grandes. Crecí en lo q era una familia estructurada, educada y respetuosa con las personas.

El trabajo empezó a escasear, y a raíz de ello mi padre se resguardó en el alcohol. Fue entonces cuando llegaron los verdaderos problemas para mi familia.

Comenzaron las peleas entre mis padres, diarias. Cada año estábamos cambiando de casa, y de barrio, con lo q ello conlleva para unos niños de nuestra edad.

 

Afrontando la realidad en la familia

historia del conflicto familiarMis hermanos, más mayores que yo, empezaron a trabajar y casi no pasaban tiempo en casa. Pero yo aún era pequeño, y aunque quería, me encontraba atrapado entre aquellas cuatro paredes. Incluso perdí las ganas de estudiar. Cada vez me pesaba más ser siempre el nuevo, sin conocer a nadie, sin amigos, sin nada.

Al final a mi padre le ganó el pulso la bebida hasta perder la cabeza, como un amor obsesivo e irracional que te destruye poco a poco. Y llegó el verdadero infierno. Él empezó a pegar a mi madre.

Consecuencias de una situación familiar compleja

testimonio de vivir un conflicto familiarRecuerdo como si fuera ayer aquel día en el que mi hermano mayor se metió en medio y comenzó a pegar a mi padre hasta que la policía se presentó en casa y consiguió separarle. Recuerdo también la rabia, la violencia en el ambiente. Por fin mi madre reunió el valor para separarse de él.

Pero toda aquella pesadilla no terminó. Siendo solo un niño me arrancaron mi infancia de cuajo, me eché a perder. Empecé a juntarme con quien no debía, robaba motos, coqueteaba con las drogas …

Viviendo la historia del conflicto familiar

La separación de mis padres fue algo muy duro y dependiendo de tu edad y personalidad, puede llegar a cambiarte la vida. A mí me la cambió hasta que un día decidí que me merecía tener una vida normal, no siempre huyendo, metido en follones.

Todo aquello me ha hecho ser el hombre que soy, el padre que soy. Y diariamente me esfuerzo porque mi princesa jamás pueda sentirse avergonzada de mí, para que nunca tenga que pasar por lo que yo pasé de niño.

Imagino que lo malo, también te sirve para aprender, para cambiar. Para, en definitiva, ser mejor persona.

Carlos, 12 años

(Hoy en día es un hombre de 42 años, electricista.

Padre de una preciosa niña)