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El abogado de familia aliado ideal

No cabe duda de que el profesional que se dedica al ámbito familiar y de los menores – el abogado de familia aliado ideal – debería estar hecho de una pasta especial y, por supuesto, estar altamente especializado en la materia. También debería gozar de una serie de aptitudes y habilidades que propicien la conciliación. Debe ser capaz de sembrar paz, incluso dónde otros anteriormente sembraron tempestades.

Un buen abogado de familia debe poder transmitir a su cliente en todo momento esa tranquilidad y sosiego que demandan y necesitan imperiosamente.

Evitar el combate, ahí esta la clave del éxito cuando estamos inmersos en cualquier conflicto familiar.

Sin embargo, aunque a priori parece una idea cargada de lógica y sentido común, la tónica habitual que nos encontramos en los Juzgados de Familia es otra muy distinta.

 

Hay que evitar el combate en lugar de vencer en él. Hay triunfos que empobrecen al vencido, pero no enriquecen al vencedor.

Juan Zorrilla de San Martín

Cuando el abogado de familia aliado se convierte en enemigo

Hasta aquí, todo parece razonable. La sorpresa da comienzo cuando encuentras en el ejercicio de tu profesión a compañeros que, con todos mis respetos, deberían dedicarse a otros ámbitos, y no a éste, pues los desastres que dejan a su paso son muchas veces irreversibles.

Señores y señoras, tenemos una gran responsabilidad sobre nuestras espaldas que muchos parecen no comprender.

Estrategias agresivas que causan dolor

Considero que no se trata de un pulso o de un combate cuerpo a cuerpo en el que lucirse con tu cliente mediante una estrategia agresiva incluso, a veces, carente de toda ética.

Tampoco se trata de decir «sí» a todo lo que tu cliente te propone, aunque sea descabellado, puesto que nosotros estamos para asesorar y calmar, no para añadir más leña al fuego.

Buscar soluciones a familias en situación de conflicto es un servicio que requiere de vocación, paciencia y sentido común. Todo un arte que quienes amamos esta profesión disfrutamos enormemente, aunque también a veces lo sufrimos cuando nos encontramos ante ciertos escenarios.

 

Comunicarse entre compañeros siempre es un buen paso a seguir

No concibo aceptar un asunto de familia y que mi primer paso no sea contactar con el compañero que representa «al contrario». Aún cuando el pleito está contaminado. Incluso cuando sospecho que recibiré un portazo en las narices.

Tampoco entra en mi cabeza cerrar a cal y canto la vía amistosa en ningún momento del pleito solo porque la otra parte empezó «con mal pie» y ahora viene con las orejas gachas. El orgullo o el ego, no deben condicionar nuestras decisiones profesionales.

Mi obligación es pensar siempre en mis clientes y en lo mejor para ellos. Porque para eso me contratan, para hacerles más fácil lo difícil, no para complicarles más la existencia.

Por esto mismo no deja de llamar mi atención negativamente que existan compañeros con actitudes tan bélicas, incluso rozando la mala educación y la falta de principios.

 

Se puede defender a un cliente con cordialidad

Defender con uñas y dientes los intereses de tu cliente, no está reñido con tender la mano a la parte contraria, y menos cuando hablamos de procedimientos de familia.

Mi experiencia como abogada me dice que lo que mal empieza puede acabar bien, cuando ambas partes (clientes y abogados) ponen voluntad y ganas. Lo he vivido en muchas ocasiones.

 

Efectos que puede causar un abogado «enemigo»

Pero también soy perfecta conocedora de que cuando los problemas se enquistan y se retroalimentan, muchas veces con «la ayuda» de los propios abogados, ocurren desgracias:

  • Sufrimiento
  • Relaciones entre progenitores acabadas de por vida
  • Violencia
  • Hermanos distanciados
  • Niños entre la espada y la pared
  • Dolor
  • Incomunicación
  • Depresiones
  • Problemas escolares
  • Ansiedad
  • Adolescentes con problemas
  • Mucho dolor …

 

Un proceso de familia mal gestionado, puede dejar muchos cadáveres emocionales a su paso. No debemos olvidar que existen menores de edad de por medio que sufren en su piel la pesadilla que sus progenitores están protagonizando.

 

Entonces, ¿Cuál es el deber de un abogado de familia aliado?

Nuestro deber, y el de todos aquellos que participan en este engranaje, es protegerles. Crear puentes. Mediar.

Quizá cuando has sido de niña hija de «padres separados», como es mi caso, percibes todo desde otra perspectiva, con otra sensibilidad.

Pero lo que es meridiano, es que estamos ante un campo del derecho que exige una serie de mínimos en la conducta profesional de los letrados, así como del resto de las personas que de un modo u otro participan en los procedimientos, ya sean Jueces, Fiscales, psicólogos, trabajadores sociales…

 

Decálogo publicado por el ICAM

Recientemente la Sección de Derecho de Familia del Colegio de Abogados de Madrid publicó un Decálogo ante los conflictos de familia.

No obstante, no estaría de más la elaboración de un Protocolo dónde se recojan una serie de principios que rijan la actuación de los letrados expertos en familia.

Evitaríamos con ello muchas situaciones injustas y sangrantes de las que somos testigos forzosos a diario.

Delia Rodríguez RodríguezCaptura de pantalla 2016-05-10 14.00.17

Abogada y Mediadora

delia@vestaliaasociados.es