Dos sí pelean si uno quiere, una realidad de los divorcios

Desgraciadamente esta es una realidad cargada de odio que los abogados de familia presenciamos de manera habitual en el ejercicio de nuestra profesión cuando ejercemos en procesos de divorcios.

Las verdaderas víctimas, los niños

los niños lo primeroLos niños, siempre en el ojo del huracán. En el centro de las discusiones. Intermediarios, espías, mensajeros, confidentes, moneda de cambio, parachoques.

Parece mentira que muchas personas, incluidos sus propios padres, no se den cuenta de que son tan fuertes como frágiles. Que todo lo que escuchan, sienten o intuyen les afecta de una forma que no alcanzamos a comprender.

Que la imaginación de los niños es desbordante y la ausencia de respuestas resulta angustiante para ellos. Y lo más importante, os puedo asegurar que todo lo que vives en la infancia pasa factura cuando nos convertimos en adultos.

Estimados lectores, sabed quienes no habéis atravesado de niños por una situación similar, que hay ciertas heridas que nunca cicatrizan del todo.

Tenemos una obligación moral y social

Todos, sin excepción, tenemos una obligación moral y social de protección hacia los niños. Abogados, Ministerio Fiscal, Jueces así como cualquier profesional que intervenga directa o indirectamente en el engranaje judicial o extrajudicial de los procesos de familia.

Como abogada de familia entiendo que quien se dedica a esta materia debería contar con una pasta especial. Asimismo se hace indispensable tener mano izquierda, habilidades de negociación y grandes dosis de paciencia y sentido común.

Estrategias de algunos abogados que consideramos no son respetables

Algunos compañeros, por denominarles de alguna manera, que emplean ciertas estrategias sin ningún tipo de escrúpulo merecen todo mi rechazo. Imposible respetar su actuación profesional, la cual viene contaminada por golpes bajos que se alejan del derecho de defensa del que gozan sus clientes, pues perjudican gravemente al bienestar emocional de los menores.

Muchas veces, con consecuencias irreversibles. A veces me pregunto, ¿cómo pueden conciliar el sueño por las noches? Confieso también que me resulta difícil digerir ciertos comportamientos de padres y madres, quienes parecen ser abducidos por la ira y el rencor hacia la persona que un día quisieron tanto. Paradójico, ¿verdad?

Situaciones en las que me he visto obligada a intervenir

En divorcios dos sí se pelean si  uno quiere, así ocurre muchas veces cuando se impone el orgullo al bienestar. No han sido pocas las ocasiones que me he visto obligada a reprender a un cliente quien, a veces actúa de manera inconsciente. Clientes que estaban haciendo partícipes a los niños del conflicto parental. Los abogados no solo nos ponemos la toga, también somos consejeros y guías.

Por supuesto también me he visto obligada a rechazar la dirección de algún asunto, pues por delante de todo van mis principios y valores como profesional y persona.

Es sencillo. Únicamente tenemos que ponernos en la piel de nuestros niños.

¿A quién le habría gustado de pequeño que alguien atacara a una de las dos personas que más amas en el mundo?

¿Y si además esa persona que descalifica fuera uno de tus propios padres?

No pongamos a los niños en la cruel tesitura de escoger entre las personas más importantes de sus vidas. El daño es incalculable.

Mucho camino por recorrer en los procesos de divorcios

Considero que queda mucho por avanzar en la gestión de los conflictos familiares. Creo que un buen paso sería crear una jurisdicción especial que previese muchos aspectos que ahora quedan en el limbo, y de los cuales surgen situaciones sangrantes e injustas.

familias rotasNo somos conscientes de la cantidad de familias españolas que están rotas. Padres y madres separados de sus hijos injustamente. Abuelos que no pueden disfrutar los últimos años de su vida rodeados de sus nietos. Niños con cuadros de ansiedad, miedos nocturnos. ¿Hasta dónde somos capaces de llegar para obtener la razón en una sentencia?

En primer lugar, la vocación de servicio a familias y la especialización en la materia debería ser una condición sine quanon en todos los curriculums de todos los profesionales que participan en los procesos de familia, y casi más importante la primera que la segunda.

Si no te gusta escuchar a los demás, si no quieres que tu cliente te cuente sus angustias en los días bajos, si no vas a ser capaz de pensar con objetividad en el bienestar de los menores involucrados, si careces de habilidades para negociar, mediar y conciliar, entonces mejor no te dediques al derecho de familia.

No debemos perder jamás de vista que nuestras acciones tienen consecuencias. En este caso, quienes pagan los platos rotos siempre no pueden defenderse en igualdad de condiciones.

Los niños lo primero, SIEMPRE.

Somos Vestalia DeliaDelia Rodríguez Rodríguez

Abogada Mediadora

delia@vestaliaasociados.es