lucha por la custodia compartidaNuestro día a día se construye sobre historias familiares, cada una de ellas única y distinta a las demás.

La duración de los procedimientos, y la intensidad de las emociones que los clientes experimentan, hacen imposible no establecer cierta conexión especial con cada uno de ellos.

Todas y cada una de esas experiencias nos enseñan como profesionales algo muy importante. También nos invitan a reflexionar sobre la función que tenemos los abogados de familia y que, a mi juicio, no puede compararse con otras áreas del derecho.

Es una realidad que muchos de nuestros clientes protagonizan, forzosamente auténticas batallas campales en las que su objetivo es aparentemente simple: ejercer de padres y madres los 365 días del año. 

Lógicamente cualquier separación o divorcio implica cambios, y ello conlleva que todos los miembros de la familia deberán adaptarse a los mismos, transformándose las relaciones progenitores/hijos en algo, ni mejor ni peor, simplemente distinto.

Sin embargo, la realidad de muchos padres (en la actualidad, mayoritariamente varones) es muy distinta, puesto que tras la ruptura de la pareja descienden a la categoría de simples «padres-visita», con las correspondientes consecuencias a corto-medio-largo plazo que ello conlleva en las relaciones con los hijos.

En otras ocasiones, que por desgracia existen también, directamente uno de los progenitores emplea toda su energía y medios en invisibilizar, distorsionar o destruir la figura del otro ante los inocentes ojos de los menores. Conductas que pueden ser aún más dañinas si tenemos en cuenta que existe un desequilibrio en los tiempos que ambos progenitores pasan con los hijos en común.

No nos engañemos, el roce, hace el cariño. Y no es lo lo mismo ver diariamente a tus padres que pasar a estar con uno de ellos únicamente una o dos tardes después del colegio, y un fin de semana alternativo. Lo afirmo con la contundencia de quien lo ha vivido en primera línea durante su niñez.

padres y custodia compartidaLógicamente, para aquellos padres que ejercen un papel activo en la crianza y desarrollo de los niños, incluso en ocasiones por encima de las madres por las circunstancias laborales de la pareja, resulta totalmente desolador que el fin de la relación amorosa necesariamente implique una estrepitosa reducción del tiempo de calidad que disfrutan con sus hijos.

Afortunadamente existen un gran número de padres y madres que son capaces de sentarse a dialogar para buscar la mejor solución para toda la familia. Muchas veces llegan al despacho «con los deberes hechos», lo cual facilita nuestro trabajo y, por supuesto, hace mucho más sencilla la gestión de la separación, lo que repercute en beneficio de los más pequeños.

Pero lastimosamente esto no es lo habitual. Bien sabemos que existe una incomprensible reacción alérgica a las palabras «CUSTODIA COMPARTIDA» que frecuentemente saca lo peor de las personas, descubriendo facetas desconocidas que causan estupor en quienes compartieron toda una vida con éstas.

La custodia compartida no es otra cosa que continuar, tras la separación, compartiendo por igual las alegrías y obligaciones que la maternidad/paternidad conllevan. Y la única forma de conseguir esto es mediante un régimen de comunicaciones con ambos progenitores igualitario, flexible y modificable según las necesidades familiares, las cuales van variando a lo largo del tiempo.

Cierto es también que la custodia compartida no es la solución mágica para todos los modelos familiares, no nos engañemos. Las circunstancias personales y laborales de los padres y madres muchas veces dificultan, o hacen imposible, adoptar la custodia compartida, al menos en ese momento puntual de sus vidas. Y en ese sentido los abogados también debemos asesorar y guiar a nuestros clientes.

Cuando este sea el caso, ambos deberán trabajar coordinadamente para conseguir que la relación con los hijos sea saludable, cercana, fluida, evitando así que se produzca un alejamiento emocional con el progenitor que pasa menos tiempo con los niños. Y siempre dejando la puerta abierta a que en un futuro, si las circunstancias cambian, pueda adoptarse un modelo familiar que nos acerque a la igualdad de tiempos entre ambos progenitores, pues esto es lo que más beneficiará, por norma general, a los menores.

Entiendo perfectamente el desasosiego de aquellos «padres-visita» que se revuelven con todas sus fuerzas contra esa situación. A diaro en plena lucha por la custodia compartida, es decir, por un derecho que les corresponde por naturaleza.

Con los desvelos, las preocupaciones, los problemas en el colegio, las enfermedades, las regañinas, los madrugones, las tardes de deberes y exámenes, las pataletas, etc. que conlleva la maternidad/paternidad responsable.

Pero también con esos momentos únicos y especiales antes de dormir, con las charlas y confidencias, con los consejos sobre la vida, los amigos y los primeros amores, con los despertares de domingo, con los abrazos y besos diarios, con sus ocurrencias y sus «te quiero» espontáneos, con sus sueños e inquietudes. Ser padres con todas sus letras. No resulta tan difícil de comprender, ¿verdad?

Delia María RodríguezSomos Vestalia Delia

Socia Directora. Abogada y Mediadora en Vestalia Asociados

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