Estos momentos de confinamiento en casa como medida de prevención contra la propagación del Corona Virus son, sin duda alguna, una prueba difícil de atravesar conforme avanzan los días.

Casi por arte de magia, toda la familia se encuentra viviendo las 24 horas del día juntos y esta situación jamás se había vivenciado antes. Resulta ser una situación inédita, tanto para la familia como para la sociedad.

Lo conocido y las rutinas se desestabilizan y con éstos mi mundo interno, generando inquietud e incertidumbre, junto a crisis personal, emocional y social. Este tipo de sucesos, en algunas personas, pueden traer aparejado vivencias traumáticas anteriores (tanto vividas como relatadas por seres queridos), lo que incrementa aún más la presencia de angustia. Estos recuerdos que se actualizan no siempre se hacen presentes de manera consciente.

Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, resulta esperable que aparezcan sentimientos y emociones intensas como angustia, sentimiento de soledad y desamparo, miedo a perder seres queridos, miedo a morir o a enfermar, miedo a perder el trabajo y miedo ante una consecuente crisis económica personal, familiar, nacional y mundial. Como resultado, me siento frustrado, irritado, enojado, desanimado y triste; pudiendo llegar a sentir emociones tan intensas como odio y agresividad (hacia mí mismo o hacia los otros).

El estar obligado a permanecer en casa todo el día y no tener el límite externo de tener que cumplir una rutina con horarios, el ritmo circadiano se afecta generando problemas en la conciliación del sueño y alterando el apetito. Como consecuencia, puede suceder que descansemos y comamos a deshoras.

Las medidas gubernamentales obligatorias de aislamiento social producen una alteración esperable en las relaciones sociales y familiares.

Por un lado, estamos privados de ver personas que hasta hace semanas formaban parte de nuestra cotidianeidad y, por el otro, estamos obligados a permaneceren casa todo el día (sin posibilidad de salir más que de forma justificada: supermercado, farmacia, pasear a la mascota) produciendo intensos conflictos en la convivencia, aún entre integrantes de familias que, hasta este momento, mantenían una buena relación.

Para no desmoronarse emocionalmente mientras esto ocurre, es
importante que sepas que:

1. Esta situación es transitoria. Pasado el momento crítico, se podrán
restablecer los proyectos y la vida cotidiana.
2. Mantener comunicación social (con familiares, amigos, compañeros y
seres queridos). Hoy en día la tecnología es una aliada.
3. Mantenerse informados pero no sobreinformados. Estar informados para
cumplir y seguir las indicaciones que establece el gobierno y las autoridades en materia de salud. Es importante que la información que consuma sea de fuentes confiables. Ser cuidadosos con la información que se lee para que no genere mayor preocupación, desestabilización y angustia. La sobreexposición a información negativa produce estrés y no permite analizar ni realizar procesos de pensamiento crítico acordes a la realidad que compartimos.
4. Establecer rutinas y horarios. Si vemos que se nos dificulta continuar con las rutinas anteriores, generar nuevas para estar dentro de la casa pero que se complementen con las antiguas.
5. Mantener horarios de sueño, alimentación, actividad física, cuidado e higiene personal es fundamental.
6. Sostener o crear nuevos intereses que me resulten placenteros como culturales, de estudio, creativos y de aprendizaje, ordenar, clasificar objetos. Aprovechar este tiempo en casa para realizar esas actividades que no podíamos hacer por falta de tiempo.
7. Ser flexible, paciente y tolerante.
8. Evitar discusiones sin sentido.
9. Practicar la empatía, entender que las reacciones del otro responde a algo que le sucede internamente y no como una amenaza dirigida a mi persona.
10. Si tenemos niños pequeños en casa, es probable que se vuelvan más demandantes. Es importante escucharlos y ayudarles a expresar lo que les sucede y también explicarles, con palabras acordes a su nivel de comprensión, qué es lo que está ocurriendo.
11. Si tenemos adolescentes en casa, es necesario ser tolerantes y empáticos. Hay que tener en consideración que su vida social dependía de estar con amigos, siendo su grupo de pertenencia indispensable para tramitar esta etapa dificultosa desde el punto de vista psicológico. El contexto actual de encierro resulta comprensible que sea dificultoso para los adolescentes aceptarla y sostenerla. Es esperable que aparezcan emociones e impulsos como irritabilidad, enojos, intolerancia a la convivencia, hasta agresividad. Es importante que los adultos seamos contenedores de estas rabietas, promoviendo el pensamiento y la comunicación sobre lo que les está sucediendo y estimularles a que expresen su opinión.

12. Si tenemos ancianos en casa, debemos tener en cuenta que son población de riesgo respecto a esta pandemia y son los más vulnerables tanto física como emocionalmente. Esta situación les afecta con más
intensidad ya que el miedo a la muerte es un temor real y un acontecimiento de proximidad que los angustia y es más probable que experimenten ansiedad y/o angustia frente a esta situación de
incertidumbre. Debemos darles contención y afecto.
13. Resulta muy positivo a la convivencia posibilitar espacios de juego de todo tipo en familia. Puede ser desde preparar una comida juntos, hasta jugar a videojuegos juntos, pasando por juegos de mesa, deberes escolares, compartir música, leer cuentos o contar historias y anécdotas familiares, etc.
14. Con los familiares no convivientes y sobretodo de tercera edad, es muy importante mantener un contacto telefónico. Brindarles seguridad afectiva , contención emocional, y explicarles de manera clara y sencilla lo que ocurre, sin alarmarlos. El llamarlos y transmitirles la tranquilidad de que se está pendiente de ellos les genera bienestar, calma y seguridad.

Es importante tener en cuenta que éstas son sugerencias generales para brindar contención y apoyo en estos momentos de sumo estrés; pero es importante tener en cuenta que cada persona es diferente y eso la hace única.

Que cada uno transita este proceso de manera singular, y que debe encontrar sus propias herramientas y fortalezas que le permitan potencializar y beneficiarse de esta situación.

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macarena@vestaliaasociados.es.

Macarena Domínguez y Mei
Psicóloga (Madrid).

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