Niños e Internet: los 10 principales peligros a los que se enfrentan y cómo mantenerlos seguros.

Nadie pone en duda los beneficios de la informática en nuestras vidas. En particular, Internet ha supuesto un cambio de paradigma en muchos sentidos: nos ha facilitado enormemente la comunicación, ha ampliado infinitamente nuestra capacidad de estar informados y ha optimizado los procesos productivos y profesionales de tal forma que, ahora, hacemos más con menos, y en menos tiempo.

Sin embargo, Internet, y en concreto las redes sociales y los juegos online, tienen una cara B de la que no hemos sido conscientes durante mucho tiempo, y sus efectos en la sociedad han campado a sus anchas a lo largo de los años, afectando especialmente a los más vulnerables: sí, nos estamos refiriendo a esa difícil relación que se ha establecido entre los niños e Internet.

No estamos hablando de un supuesto lejano en el tiempo, sino que nos enfrentamos ante una realidad ya que, según la encuesta del Instituto Nacional de Estadística realizada a menores de 10 a 15 años de edad, publicada el 28 de noviembre de 2023, el 93,10 % de ellos usa ordenador, el 94,70 % navega por Internet y hasta un 70,60 % usa el teléfono móvil (Fuente: www.ine.es).

Las aplicaciones de los móviles, las redes sociales y los juegos de Internet han sido creados por y para adultos. Proporcionar a los niños y adolescentes un acceso ilimitado implica exponerles a un sinfín de peligros y riesgos, pudiendo llegar al extremo de posicionarles como víctimas de delitos cibernéticos.

Niños e Internet: ¿de qué peligros estamos hablando exactamente?

En primer lugar, encontramos algunos peligros que suponen a su vez la comisión de un delito de los comprendidos en los artículos 181 a 189 bis del Código Penal:

1.- Ciberacoso

Según UNICEF, el ciberacoso es el acoso o intimidación por medio de las tecnologías digitales. Se trata de un comportamiento que se repite y que busca atemorizar, enfadar o humillar al menor. Quienes cometen tal delito se sienten amparados por el anonimato, sin embargo, el ciberacoso deja una huella digital que puede servir de prueba para ayudar a detener el abuso.

2.- Sexting

El sexting consiste en el intercambio, envío o reenvío de contenido textual y audiovisual de carácter erótico y sexual a través de aplicaciones de mensajería (WhatsApp, Telegram…) o mensajes privados en plataformas sociales (Instagram, Twitter…).

3.- Sextorsión

Cuando hablamos de niños e Internet, sobre todo de adolescentes, vemos que la sextorsión está adquiriendo cada vez más relevancia, con unas terribles consecuencias para quien la sufre. Consiste en la extorsión y chantaje a una persona utilizando los contenidos enviados durante el sexting, o afirmando de manera falsa tener posesión de ellos. Los fines con los que se realizan pueden ser muy diversos, pero el objetivo principal de la sextorsión es para coaccionar a que la víctima siga enviando imágenes y contenido sexuales bajo amenaza de difusión o publicación de las mismas, o para conseguir dinero.

4.- Grooming

El grooming (engaño pederasta) es una práctica en la que un adulto se hacen pasar por un menor con el objetivo de ganarse su confianza con fines sexuales. El mecanismo que media es el control emocional, y para conseguirlo pueden ofrecer regalos, o la promesa de la relación perfecta.

5.-  Suplantación de la identidad digital

Consiste en hacerse pasar por otra persona con el fin de cometer actividades delictivas, tales como fraudes o estafas, obtención de información confidencial, ciberacoso, grooming… Se produce el robo de una cuenta de redes sociales o de una aplicación de mensajería, perdiendo el control total de ella y de las publicaciones o acciones que se realizan.

En segundo lugar, encontramos otras actividades online que, si bien no tienen por qué suponer un delito, en todos los casos implican un peligro que hacen especialmente necesario vigilar esta relación entre niños e Internet:

6.- Retos virales en redes (Challenges)

La ballena azul, Momo, balconing, el juego de la asfixia… existen numerosos retos en redes sociales que pueden llegar a poner en peligro a la persona que los realiza o afectar a terceros por tratarse de acciones delictivas. Además de estas consecuencias, existen otros aspectos psicológicos a tener en cuenta, como estrés, ansiedad, depresión, dependencia o trastornos del sueño.

7.- Contenido inapropiado o potencialmente peligroso

Las redes sociales son un agujero negro de contenido inapropiado para menores de edad, como puede ser contenido sexual o violento. Entre ellos se puede encontrar vandalismo, pornografía, racismo, etc. Sin ir más lejos, los influencers que han saltado a la fama por sus habilidades como gamers, no siempre comparten contenido adecuado para los menores.

8.- Fake news

Las “noticias falseadas” son contenidos difundidos a través de las redes sociales con el objetivo de desinformar al público objetivo. La problemática de las fake news a través de las redes sociales es la facilidad con la que estas son difundidas. En el caso de los menores puede ser incluso más efectiva, por su grado de desprotección y vulnerabilidad. De hecho, ellos mismos pueden convertirse en altavoces del engaño.

9.- Acceso a discursos de odio

Su definición puede ser compleja, pero se refiere a cualquier mensaje o contenido que incita a actos de discriminación o violencia por motivos de odio racial o religioso, orientación sexual e identidad de género, entre otros. Muchos mensajes de este tipo están calando entre los menores que los reciben a través de distintos canales online.

10.- Adicción a las redes sociales

El uso de estas tecnologías en edades tempranas genera adicción y consecuencias como ansiedad, depresión, estrés, falta de sueño, negación de la realidad y conflictos familiares y con amistades. En particular, cabe destacar los peligros de las apuestas online, así como de la adicción a las compras y los videojuegos.

¿Qué pueden hacer los padres para minimizar los peligros que amenazan a los niños en Internet?

Desde Vestalia Asociados, os recomendamos seguir los siguientes consejos y acciones para implementar herramientas de control, al tiempo que establecéis canales de comunicación activa con vuestros hijos:

• Limitar el acceso a webs de contenido inapropiado. Para ello existen las aplicaciones de control parental.
• Limitar los horarios de uso. Establecer un periodo máximo diario o semanal para que los menores tengan acceso a internet.
• Vigilar la descarga de aplicaciones y el historial de consultas.
• Establecer un canal de comunicación activa y clara sobre el uso de internet, sin que los menores se sientan juzgados y atacados, sino comprendidos.

Esto resulta muy importante en casos de separación o divorcio: los dos progenitores deben ponerse de acuerdo y seguir unas pautas consensuadas para regular el uso de Internet que hacen sus hijos y que este sea el mismo cuando estén con cualquiera de los dos, evitando usarlo como una herramienta de manipulación para ganar el afecto.

De hecho, este aspecto es un tema que cada vez está más presente en los casos que abordamos como abogados de derecho de familia en Madrid. Llegar a un acuerdo sobre el uso de Internet de los hijos menores es la mejor manera de proteger su bienestar y fomentar una relación sana entre todos los miembros de la familia, de igual forma que los padres también deben consensuar su propio uso de canales digitales cuando afecta a los hijos menores, como ya te contamos en este post.